martes, 18 de noviembre de 2014

Antimusa

"Nadie que escriba algo que merezca la pena puede escribir en paz" R. Lechowski

Wikipedia: "En la mitología griega las musas (en griego antiguo μοῦσαι mousai) eran, según los escritores más antiguos, las diosas inspiradoras de la música y, según las nociones posteriores, divinidades que presidían los diferentes tipos de poesía, así como las artes y las ciencias."

Usamos en síntesis a las musas como excusa para escribir, para crear, para expresar. Decimos que nos inspiran, que sin ellas no hay creación artística.

El mismo Kase O las usa en múltiples canciones como recurso para justificar y engrandecer su creación. En "Trae ese ron" dice "no es excusa pero esto está escrito sin musa". En "Mierda" nombra a una de las musas "Calíope" al principio del tema, para que "Haga florecer el jardín". En "Ke no hay alcohol" también recurre a las musas: "sabes que si este encuentra tu musa la va a besar". Y así muchos ejemplos.

Puede que alguna avispada persona sepa por dónde va la cosa con el título, la cita del inicio y la información dada o que ya tuviera sobre ellas.

Efectivamente, vengo de hablar del miedo del poeta, de la pesadilla del novelista, del temor del dramaturgo. Quedarse sin musa.

Pero si nadie que escriba algo que merezca la pena puede escribir en paz, el hecho de tener una musa no permite estar en paz. Entonces, las musas solo vienen cuando nos encontramos intranquilos, meditabundos, agitados, pensativos.

¿Y si yo les dijera que existe la figura de la antimusa, qué pensaríais?

Existe, señoras y señores, existe la antimusa.

Esa figura, esa persona, que te transmite paz, te teletransporta a un estado de armonía y te deja en un absoluto estado de conciliación con tu alma sin la necesidad de ese trío perfecto que formamos el escritor, el bolígrafo y el papel.

Disculpadme si me seduce ese estado de calma, si me atrae más que la escritura compulsiva de textos de pensamientos difusos, si me cautiva esa burbuja de tranquilidad en la que nada me afecta y todo es idílico. Pues el tormento está presente siempre, y jamás renegaré de él y de lo que permite sentir y escribir, pero el reposo es también necesario en el ser humano. Necesitamos de haber sentido paz para sentir realmente el agobio, necesitamos haber sentido el amor para poder sentir el odio, nos necesitamos a cada uno de nosotros en las buenas y en las malas, porque sin el negro no hay blanco. Necesitamos de haber vivido para escribir.

Dejadme entonces disfrutar de la antimusa el tiempo que sea necesario, para así poder, en el futuro, volver con las musas renovadas. Porque se me ha caído la inspiración, como las hojas a ese roble. No soy un escritor perenne, soy un escritor de palabra caduca.

Uno de tantos.

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