Era su último golpe, el que lo iba a jubilar. Todo estaba dispuesto, las armas, las bolsas, las posiciones. Sólo faltaba la señal de inicio.
El impulso eléctrico llegó y todo se puso en marcha, ya no se podía volver atrás.
Entró en cada recoveco, cada escondite, sustrajo todo el material y lo metió en bolsas. Un golpe rápido y sencillo. Sin contratiempo.
Pero cuando estaba a punto de salir... Sonó el despertador. No había conseguido sacar las ideas aquella noche. El niño debía seguir buscando la inspiración.
quiza tenga un golpe de suerte dentro de poco
ResponderEliminarYo nunca consigo dar el golpe de gracia
ResponderEliminarNi yo. Quizás debamos aprender a escribir en sueños
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